La pedagogía del oprimido (Freire)

Freire hace en este texto una gran crítica tanto al ámbito educativo como a la sociedad general, resaltando el modelo existente en el que existe una gran dicotomía opresor-oprimido, influyendo considerablemente en las vidas de ambos sectores.

El autor sostiene que vivimos en una sociedad donde la pedagogía dominante es la pedagogía de las clases dominantes, una práctica de la libertad que postura una pedagogía del oprimido. Esta pedagogía es liberadora tanto para el opresor como el oprimido, y es que la verdad del opresor reside en la conciencia del oprimido.

Conseguir la libertad por parte de los oprimidos radica en alfabetizarse para aprender a escribir sus vidas, como testigos y autores de su propia historia. Alfabetizarse, es en este sentido concienciar, supone admirar su propia experiencia mediante el análisis y la construcción de la situación vivida. De esta forma, la conciencia se hace crítica.

A raíz de esta alfabetización y conciencia el sujeto se encuentra con los otros y a raíz de aquí surge la comunicación y el diálogo, construyendo entre todos su mundo. Este aprendizaje que se produce es recíproco, no hay profesor ni sujeto con mayor conocimiento que otros, sino que se encuentran en igualdad de condiciones. El individuo, al pensar el mundo lo juzga y a partir de aquí es consciente de su historia personal.

Además de ello, el autor sostiene que vivimos en un mundo en el que los dominadores nos esclavizan y nos reducen como objetos a los oprimidos. Los dominadores mantienen el monopolio de la palabra, con la que mistifican, masifican y dominan.

Los dominados debemos tomar la palabra, luchando y diciéndola y así eliminar el miedo a la libertad. Por otra parte, debemos tener en cuenta que muchos de los oprimidos en nuestro proceso de búsqueda por la libertad caemos en el error de convertirnos también en opresores o subopresores, debido a la contradicción en la que se educan.

Esto genera en ellos un dilema, y es que deben elegir entre ser ellos quienes digan la palabra o no tener voz, entre desalienarse o mantenerse alienados, dilema al cual se deben enfrentar con su pedagogía.

Un ejemplo de ello lo encuentro personalmente en mi experiencia académica y laboral. He sido educada en un modelo de educación bancaria, expuesta por Freire a lo largo del libro. Este modelo es ampliamente criticado y me postulo como contraria a este tipo de educación, sin embargo, cuando pienso en didáctica o en impartir clase es el primer modelo que se me viene a la mente. Es decir, estoy volviendo a reproducir la postura del opresor a pesar de criticarla y querer eliminarla de mi vida.

Esta educación bancaria es expuesta por el autor a lo largo de la obra. Esta  educación consiste en concebir a los estudiantes como recipientes vacíos, los cuales deben llenarse con los contenidos que el “poseedor del saber” o en este caso el maestro, debe llenar con su sabiduría. Se trata de una educación unidireccional y jerárquica, donde los roles dominado-dominador están claramente definidos.

De hecho las características de este modelo de educación según Freire son:

  1. El educador es siempre quien educa.
  2. El educador es quien sabe.
  3. El educador es quien piensa.
  4. El educador es quien disciplina.
  5. El educador es quien opta y prescribe su opción.
  6. El educador es quien actúa.
  7. El educador es quien escoge el contenido.
  8. El educador es quien identifica la autoridad del saber con su autoridad funcional.

La pedagogía de Freire es una práctica de la libertad. Por ello, plantea situaciones y métodos para que el lector sea consciente de la situación de opresión en la que incluso hoy día nos encontramos a través tanto de la educación como de los medios y la publicidad. Los sujetos somos reducidos a objetos, a mercancía, a partir de la cual los opresores obtienen beneficios, siendo la clase dominante la que posee el poder.

El opresor emplea la violencia como medio para ejercer su poder y posesión, de ahí a que transformen en objeto de su posesión a todo ser que se encuentra bajo su posesión. Es por ello, por lo que el valor de los opresores es siempre tener más y a costa del tener menos o no tener nada de los oprimidos.

De hecho, en la sociedad actual podemos observar lo que acabamos de mencionar. Las empresas anunciantes y publicitarias buscan su beneficio a toda costa, incluso si tienen que quitarnos a nosotros los oprimidos. De hecho, por ejemplo, ellos ganan cada vez más con sus páginas webs y su publicidad, mientras nosotros perdemos privacidad y juicio crítico sobre lo que observamos. Es lo que Freire denomina como una “falsa generosidad”.

Por todo ello, se plantea una práctica problematizadora que promueva la reflexión y la postura crítica por parte de los sujetos, favoreciendo una actitud de rebelión ante la situación actual en la que nos encontramos, donde somos oprimidos.

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